RELATOS
LA TABLETA DE CHOCOLATE
La contemplo con la nariz apoyada en el escaparate mientras espero el autobús que nos deje en casa. Hace frío. Un frío de invierno seco que me tiene preso en el verdugo de lana que la tata me coloca de tal modo que sólo se me ven los ojos. Todavía me parece oírla con su voz desgarrada:
-“José, no seas goloso, que se te pican los dientes y te van a salir lombrices”.
Recuerdo que debería tener unos siete años y embelesado la observaba con avidez mientras el vaho empañaba las cristaleras.
Ella, mi amor de las seis de la tarde.
Ella, mi angustioso placer de deseo infinito.
Ella, así de simple. La tableta. La tableta de chocolate. De chocolate de almendras…
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